miércoles, 12 de noviembre de 2008

Miércoles de la XXXII semana del tiempo ordinario

¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?

Evangelio: Lc 17,11-19
En aquel tiempo, cuando Jesús iba de camino a Jerusalén, pasó entre Samaria y Galilea. Estaba cerca de un pueblo, cuando le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían: “¡Jesús, maestro, ten compasión de nosotros!”. Al verlos, Jesús les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra. Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó, alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. Ese era un samaritano. Entonces dijo Jesús: “¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?”. Después le dijo al samaritano: “Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”.

Meditación
La gratitud es una de las virtudes más hermosas en el mundo. Jesucristo nos dio ejemplo de ella durante toda su vida. Al leer el Evangelio, nos encontramos frecuentemente al Señor agradeciendo a su Padre, levantando los ojos al cielo y dándole gracias; incluso le vemos un poco triste, cuando de aquellos diez leprosos sólo uno volvió a agradecerle su curación. No tenemos nada que no hayamos recibido. Esto ha de llenarnos de agradecimiento y de deseos de corresponder a un Padre que tanto nos ama. Nunca podremos agradecerle a Dios lo mucho que nos ha dado. Para ser agradecido necesitamos ser humildes. El que es soberbio cree que todo se le debe, que lo merece todo y no siente la necesidad de dar un "gracias" sincero por los favores que recibe. Por eso, se requiere una gran humildad para sabernos siempre inmerecedores de las gracias de Dios, de los favores y atenciones de los otros. No pequemos contra el amor de Dios. Comencemos por agradecer cada día a Dios sus dones.

Reflexión apostólica: ¡El que vive agradecido con lo recibido está dispuesto a compartir siempre! El cristiano que vive centrado en Cristo y en agradarle, no espera recibir, sino que vive siempre en actitud de dar.

Propósito: Daré gracias a Dios por todo lo que permita hoy en mi vida. También seré agradecido con cualquier favor o ayuda que reciba por parte de los demás.

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