martes, 15 de septiembre de 2009

Amistad cívica en tiempo electoral

Amistad cívica en tiempo electoral


En las semanas venideras, los actores políticos de nuestro país darán pasos significativos en camino hacia las elecciones presidenciales y parlamentarias de fin de año. Las personas que elegiremos serán las autoridades del país en un momento relevante de nuestra historia: la celebración del Bicentenario. Es preciso reflexionar y tomar posición ante grandes temas en esta hora de importantes decisiones. Invitamos a ello a los candidatos y a los electores, particularmente a los agentes pastorales y a quienes se reconocen miembros de nuestra Iglesia, como también a todas las personas de buena voluntad. Como Obispos queremos compartir con ustedes preocupaciones y esperanzas. Lo hacemos luego de haber vivido el Mes de la Solidaridad, poniendo en un primer plano los grandes valores que compartimos con el P. Alberto Hurtado, y las principales prioridades y desafíos de nuestro tiempo.

1. Debemos tener en alta consideración la vocación política y colaborar con ella, de manera que recupere plenamente su confiabilidad ante la ciudadanía. Afirma el Papa Benedicto XVI en su reciente encíclica social “La Caridad en la verdad”: “El desarrollo es imposible sin hombres rectos, sin operadores económicos y agentes políticos que sientan fuertemente en su conciencia la llamada al bien común” (n. 71).

2. La Iglesia Católica no se identifica con ningún partido político. Por eso, no tiene candidatos y no se hace representar a través de partido ni sector político alguno. Es legítimo que personas y conglomerados puedan o no compartir nuestra fe. Pero eso no impide que cada candidato y cada elector haga un profundo discernimiento en el ámbito de los proyectos de los candidatos, de manera de elegir a aquellos que mejor impulsen los valores que deben tener plena vigencia en nuestra convivencia, en nuestra cultura y en nuestra legislación. A los Obispos nos cabe colaborar en el discernimiento de los fieles, en el marco de su libertad de conciencia y de sus derechos y deberes ciudadanos, aportando la luz del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia.

3. Los actores políticos están a tiempo para regalar al país una campaña serena, en que la “amistad cívica” entre ellos y con nuestro pueblo emerja como antídoto contra la no-cultura de la descalificación que busca instalarse en el debate público. No hay peor derrota electoral que la ofensa a la dignidad de las personas. Enaltece a un candidato una campaña que respete a los adversarios, en quienes reconoce a compatriotas y a hermanos. Cuando se difama o deshonra a un adversario político, se descalifica quien ofende y se denigra a la política; en cambio, el respeto mutuo enaltece la función pública en su más alto grado: el del servicio a la comunidad con altura de miras.

4. Una actitud noble frente al adversario será comprendida como un signo silencioso de un proyecto que busca enaltecer la misión del servicio público, y apartarla de las palabras grandilocuentes, de las promesas vacías, de las ofensas personales, de los tiempos perdidos en discusiones que no interesan a la gente, porque no resuelven sus problemas, y también de la corrupción del poder.

5. Esta actitud se expresa además en la atención generosa a los ciudadanos y sus inquietudes, especialmente a aquellos más postergados y legitima la sana competencia entre quienes buscan ganar una elección. El país quiere ver a los candidatos en un diálogo honesto con las personas. Se necesitan propuestas renovadas y audaces, al mismo tiempo que responsables y realistas. La opinión pública se cansa de discursos que contrastan con las políticas reales que la ciudadanía experimenta, y a veces sufre, en su vida cotidiana. La humildad, la transparencia y la capacidad de escucha de quienes quieren convertirse en autoridades, es decir, en primeros servidores, son actitudes indispensables para recuperar el realismo y el encanto de las campañas y de los proyectos.

6. En tiempo de dificultad económica, decimos “al mal tiempo, buen compromiso”. En concreto, pedimos un especial gesto de solidaridad a los candidatos a la Presidencia de la República y al Parlamento, a sus equipos de trabajo, a los partidos políticos y movimientos que les apoyan, así como a los publicistas y medios de comunicación social. Respetuosamente les invitamos a procurar campañas austeras y sencillas. Sería una ofensa a la dignidad de los chilenos que se despilfarren recursos.

7. Los chilenos anhelamos una campaña limpia y honesta, sin agresividad ni descalificaciones; una campaña respetuosa, con debates de altura que estén siempre orientados hacia la realidad de la gente, sobre todo a los pobres, sus problemas, necesidades y esperanzas. Si el país encuentra unidos a sus políticos –servidores públicos- en este empeño, será un contundente signo que ayudará a superar las tentaciones del pesimismo y del creciente desencanto frente a la política.

8. En vísperas de cerrarse los plazos legales para la inscripción de nuevos electores, formulamos un llamado a quienes aún no lo han hecho para que se inscriban cuanto antes, asumiendo así su corresponsabilidad ciudadana en la elección de las personas y programas que orientarán el futuro de la patria.

9. La proximidad del Bicentenario de la Independencia, es tiempo oportuno para recuperar lo mejor de nuestras tradiciones republicanas: aquellos grandes valores que constituyen nuestra identidad y que no pueden quedar a merced de minorías ocasionales o bulliciosas. Entre estos valores, son imprescindibles el apoyo a la familia y el respeto a la vida desde la concepción, pasando por todas las etapas de su desarrollo, hasta la muerte natural; la superación de la miseria y del desempleo; el desarrollo económico y humano que contribuya a una mayor equidad social y a la generación de fuentes de trabajo estables; el acceso a una educación libre, integral y de calidad, sobre todo para los pobres; políticas de salud pública que honren la dignidad de las personas; y la superación de los gravísimos problemas producidos por la droga.

10. Confiamos al Señor esta esperanza nuestra para que nuestro pueblo tenga vida y la tenga en abundancia (Juan 10,10). Que la jornada electoral que viviremos a fin de año sea la culminación de un fecundo diálogo de ideas, y el inicio de un nuevo tiempo de acuerdos para que Chile, la patria que amamos, sea una “MESA PARA TODOS”.


EL COMITÉ PERMANENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE CHILE



† Alejandro Goic Karmelic
Obispo de Rancagua
Presidente

† Gonzalo Duarte García de Cortázar
Obispo de Valparaíso
Vicepresidente

† Francisco Javier Errázuriz Ossa
Cardenal Arzobispo de Santiago

† Ricardo Ezzati Andrello
Arzobispo de Concepción

† Santiago Silva Retamales
Obispo Auxiliar de Valparaíso
Secretario General



Santiago, 1 de septiembre de 2009




-resto-

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